MIERCOLES DE RELATO / EN EL TEMPLO DE CHICHEN ITZÁ

EN EL TEMPLO DE CHICHEN ITZÁ

Hace tiempo que desde lejos veo como la gran sacerdotisa
y diosa de la lluvia, esta preparando junto a su amiga y
discipula,un extraño circulo de piedra que van labrando 
con cuidado y delicadeza.
Yo cuando tengo que servirlas en sus comidas, me acerco
hacia ese extraño circulo e intento escuchar lo que ellas 
hablan, pero mis esfuerzos son en vano, su sabiduria es
muy grande y yo solo soy una pobre muchacha servidora
de la sacerdotisa.
Ella hace tiempo que esta triste y con la mirada puesta
en el cielo y las estrellas, con su compañera de fatigas
hacen grandes rituales con hermosas piedras azules y 
verdes que yo no se que son, pero que ellas untan con 
aceites aromáticos y luego ofrecen al cielo, al sol y la luna.
mientras tienen encendidas hogueras y queman copal.
Se que esta por llegar la temporada de las lluvias, pero
esto es algo normal aquí, y todos los habitantes dias antes
se acercan a los templos para ofrecer a los dioses regalos
y así aplacar su ira sobre nuestros campos y cosechas.
Pero esta vez hay algo distinto, la sacerdotisa esta 
preocupada su semblante es tenso y reza constantemente
mientras acude a los hombres jaguar y quetzal para que
ello le den soluciones, pero creo que ni ellos saben ayudarla.
Hoy las e visto danzar y ejecutar un canto diferente mientras
se cubrían la cabeza con plumas y flores.
Estaban realmente bellas, pero en un momento de la ceremonia
se han parado las dos a la vez, se han fusionado en un abrazo,
y he podido ver lágrimas en sus ojos.
En ese instante algo se estremeció en mi interior, sentí miedo,
pero no por mi, sino por toda la gente de mi poblado.
He querido salir de mi escondite y preguntar que era lo que 
turbaba la serenidad de la Diosa, pero lógicamente no fui, me
quede acurrucada en mi rincón, mientras me oía a mi misma
rezar a los dioses clemencia.
Han pasado unos cuantos días desde aquel extraño 
comportamiento,y aunque todo sigue su rutina normal, 
ellas siguen estando tensas y preocupadas, mientras recogen 
objetos y documentos que envuelven entre hojas y un extraño 
cilindro metálico.
Esta mañana la Diosa se ha acercado a mi y con una sonrisa 
dulce me ha dicho que ya no necesitaba de mis servicios, 
que recogiera mis cosas y cogiera lo que más me gustara 
que era un regalo que ella me hacia por haberle sido fiel 
servidora.
Yo me he sentido frágil y sola,¿ que voy hacer ahora?, me he
preguntado a mi misma, ya que no tengo nada, ni nadie que se
ocupe de mi, las lagrimas han empezado a brotar espontáneamente
sin que pudiera detenerlas, mientras estaba delante de la Diosa,
ella ha puesto su mano en mi hombro y me ha preguntado por que
lloraba y yo con la voz entrecortada le he contado mi historia.
Entonces ella se ha dirigido hacia el centro de la estancia, donde
hay un gran agujero en el techo y se pueden ver las estrellas.
Ha puesto copal en el fuego y alzando sus brazos al cielo ha 
empezado a realizar una invocación, yo que estaba absorta en ella, 
me empezado a sentir liviana y como transportada a otro mundo, 
donde me sentía amada y protegida.
Mientras yo estaba en ese estado, la diosa se volvió para mirarme y 
avisar a su amiga y discípula, para que observara lo estaba pasando.
Después de un espacio de tiempo que no puede calcular, me encontré
tumbada en el suelo con la diosa y su discípula a mi lado.
Ella me habló con su voz dulce y enérgica, querida Anahí tu espíritu
es fuerte y ello de luz, pero todavía tienes que aprender a dominar
esa fuerza natural en ti.
Así que he decidido que vendrás con nosotras y de esta manera tal
vez un día podrás ayudar a este mundo que poco a poco se esta
acabando por culpa de su egoísmo y autodestrucción.
Yo no entendía nada, pero es solo echo de sentirme protegida y en
compañía me hacia sentir bien.
Al cabo de un mes de aquella experiencia tan especial, la diosa con su discípula, junto a un gran séquito de sacerdotes y yo entre ellos, 
partimos hacia la selva donde muchos otros aztecas ya se hallaban y 
junto penetramos por un templo creado entre arboles y dentro del 
cual había un enorme agujero que contenía unas escaleras que 
bajaban y por las cuales descendimos durante mucho tiempo, 
hasta que en un momento determinado, entramos en una zona 
donde había una luz similar al sol, y allí mis ojos no podían dar 
crédito a lo que veían, una ciudad hermosa  y exuberante donde 
el clima que se respiraba era muy diferente al que actualmente 
había en la ciudad que habíamos abandonado.
Cada uno fue hacia su espacio donde habitaría, yo al templo 
junto a la diosa.
Con el paso del tiempo supe que nuestra raza se había vuelto
cruel y lejos de la sabiduria que habíamos adquirido.
Ahora desde este lugar donde habitamos lejos de las miradas
de la humanidad, podemos seguir creciendo en nuestra sabiduria
y con el tiempo quizás podremos salir de aquí y entregar nuestras
enseñanzas a quienes las quieran escuchar.

Ilesin 10/7/13