RELATO DEL MIERCOLÉS/ HISTORIA DE UN ADIÓS

HISTORIA DE UN ADIÓS

Todo ocurrió una oscura noche, con una fuerte tormenta
en el exterior.
Yo estaba en casa(no era muy grande, pero tenia un jardín,
desde donde se veía el mar y así podía observar cuando mi
amor llegaba al puerto).
Estaba preocupada por Marsif mi marido, era capitán de un 
barco de mercancías y era conocido por su valentía y bondad.
La había conocido dos años antes, en casa de mi hermano,
donde yo vivía, ya que era la pequeña de la familia y nuestros
padres hacia mucho tiempo que habían fallecido.
Mi hermano era uno de los ayudantes del barco y ese día vino
a casa para preparar un largo viaje junto con mi hermano.
Sus ojos eran tranquilos y hermosos, como el mar, yo me
sentía inquieta ante su mirada, pero él se mostraba amable
y me hablaba de sus aventuras y peligros, por los cuales a 
veces pasaban.
Me fascinaba su forma de hablar, su seguridad y madurez a 
pesar de su juventud.
Días después partieron y pasaron varios meses, antes de volver
a casa, yo ni siquiera me acordaba de él, pero en ocasiones
el aire me traía una fragancia que me hacia recordar aquella
tarde, en que le vi por primera vez.
Pero resultó que él si me recordaba y cuando llegaron, mi hermano
me anunció que Marsif, le había pedido mi mano y que pronto
vendría para saber que opinaba yo y si mi hermano estaba de acuerdo.
Yo no sabia casi nada de él, así que un día antes de que él viniera,
yo me decidí a ir a hablar con él.
Se sorprendió, pero todo y así me escuchó y respondió a mis dudas
sobre él, ya que yo le dije que no le conocía lo suficiente y que no
creía que fuese yo la persona que más le favorecía, ya que era una 
chica joven y muy inexperta, pero el sonrió, diciendo que se lo
pensaría, que me agradecía mi visita y que tal y como habían acordado
con mi hermano, en la fecha acordada él estaría allí y daría su parecer.
Me marché tranquila y segura, ya que por primera vez en mi vida,
había podido dar mi opinión y fui escuchada sin ser juzgada.
Tal y como me dijo, en la fecha acordada, acudió a mi casa, vestido
muy elegante y le habló a mi hermano, diciéndole que no tenia ninguna
duda de que yo debía ser su esposa, ya que le había impresionado mi
actitud de ir a exponerle mis dudas sobre él y sobre mi misma y las
cualidades que podía ofrecerle, que eso le había llegado todavía más
al corazón, que a mi parecer él quedaba a la espera y que fuese cual 
fuese mi decisión, él la aceptaba, pero que supiera que a su lado
sería feliz y estaría segura.
Mientras hablaba me miraba con mucho amor y sin más llego a mi
corazón, por lo tanto le dí un sí.
Dos semanas más tarde me convertí en su esposa.
Marsif era dulce, amable y cariñoso, cuando estaba en casa solíamos
hablar, pasear cerca del mar o por la cima del acantilado, donde 
se podía ver la majestuosidad del mar.
Pero aquella tarde nada era igual, habían nacido nubes oscuras de
golpe y el barco no había llegado en el día previsto y la preocupación
de la gente del poblado, era importante, yo intentaba no mirar hacia
el puerto, confiaba en Marsif y sabia que él se había detenido en algún
puerto o bahía para proteger su vida y la de los que le acompañaban.
De pronto empecé a oír voces, gritos, un sinfín de alboroto y no tuve 
tiempo de llegar a la puerta que la derribaron y por ella entraron
unos hombres con aspecto feroz y que rudamente me cogieron,
mientras destrozaban la casa a su paso.
Pensé en Marsif y por amor a él no opuse resistencia y se me llevaron
lejos muy lejos de allí, junto con otras mujeres y niños a los que fueron
vendiendo por el camino, sin embargo a mi y alguna que otra mujer
más nos llevaron hacia su país, yo intentaba no perder la calma
ni la esperanza, pero no sabia si tal vez Marsif estaba muerto en aquella
terrible tormenta.
Cuando llegamos al país de esos hombres, nos condujeron hacia su jefe
y nos entregaron a él como premio o regalo, mi corazón se rompió,
supe que nunca más vería a mi amado esposo, ni a sus lindos ojos
como el mar.
Evidentemente ese hombre nos forzó a todas y yo que sospechaba que
estaba embarazada de mi amado esposo, no dije nada, pensé que 
mientras durara el embarazo estaría a salvo y después quien sabia
si yo y mi hijo viviríamos lo suficiente como para contarle la verdad.
Más o menos eso fue así, mientras estuve esperando la llegada de mi
hijo, fui tratada con benevolencia, hasta que el nació y yo tuve muy
poca felicidad, ya que cuando nació, el jefe de los barbados estaba
de saqueo y nadie sospecho, pero una semana después él llegó y
quiso conocer al niño y yo empece a temblar, sabia lo que podía pasar,
intente proteger a mi hijo, entre mis brazos, pero me fue arrebatado y al observarlo se dio cuenta del engaño, el color de la piel le delataba, 
el hijo no era suyo y allí mismo, cogió su espada y lo mató, jure que 
jamás seria suya, cogí el cuerpo inerte de mi hijo fruto del amor por
Marsif y llore mientras pedía morir.
No se cuantos años pasé, pero los malos tratos eran constantes y al
final enfermé y casi al final de mis días, tuvo un signo de felicidad.
Mi amado Marsif llegó con un ejercito de hombres y pude verle y sentir
su calor una vez más.
Tuve las fuerzas suficientes para contarle mi calvario y él como había 
sufrido y buscado día y noche, durante todo ese tiempo, viendo pasar 
los meses, los años y dejándolo todo por encontrar a aquella que era
su corazón y su gran amor y así entre sus brazos y mecida por sus
suaves palabras de amor, cruce la frágil linea de la vida.
Ahora quien escribe esto es el amado esposo como ella solía llamarme
y solo me queda añadir.
Cuantas vidas rotas, cuanta soledad, angustia y temor.
Ahora se que el amor no tiene fronteras y que vive allí donde se
sabe conocedor de su gran valor.
Pero yo sigo guardando en mi interior el miedo a perderlo todo,
por culpa de hombres sin razón que hambriento de poder, arrasan
con todo lo que encuentran sin tener en cuenta familias que quedan
rotas por siempre y con nostalgia en el corazón.

Ilesin 3/7/13