MIÉRCOLES DE RELATO / LA FUERZA DE LA TIERRA

LA FUERZA DE LA TIERRA

Hace tanto tiempo que abandone mi tierra, mi casa, mi familia, todo aquello
que formaba parte de mi hogar, que solo la añoranza y el recuerdo hacen
que la angustia se agarre con fuerza en mi garganta creando un nudo de
tristeza que nada puede borrar.
Cuantas veces me habré arrepentido de aquella decisión........, pero ya no
hay marcha atrás, y solo espero que un día aquellos que son mis descendientes
logren enmendar el error y vuelvan de nuevo sus raíces a enterrar allí de donde
nunca debieron de marchar.
Mi nombre es Iñigo de Gordoxola, soy hijo de uno de los señores del valle y
el heredero de la casa que lleva nuestro nombre, pero mis ansias de poder,
me hicieron tomar la decisión de marchar de mi hogar, en busca de gloria
y linaje que aportar a mi noble familia, sin embargo olvide mi fusión con la tierra,
con la esencia de Mari la diosa madre de todos los vascos.
Ella que es generosa cuando la respetamos, pero dura cuando la maltratamos,
ella que nos enseña que bajo su manto protector la vida nace, crecer y se
transforma cada día.Pero que cuando nos olvidamos de su poder es capaz de
generar una barrera de energía superior, que nadie es capaz de superar.
Me marche jurando volver, pero estoy muy lejos de mi tierra, de su esencia,
de su fuerza, y aunque si conseguí gloria y poder, nada de eso me aporta felicidad,
y se que no puedo cumplir con aquello que jure, que dejo las armas para que mis
descendientes puedan cumplir el juramento que una vez realice de volver a mi
hogar y fusionarme otra vez con la esencia del lugar, y agradecer a la gran señora
su energía, su valor, su protección durante mi viaje por esos lugares que me han
visto pasar y luchar.
Pero se que la gran señora, va querrá averiguar si mis descendientes son dignos de
ser de nuevo arboles en una tierra que me vio marchar.
La lucha será dura y difícil de lograr y muchos desistirán en su empeño, pero mi alma
no descansará en paz hasta que mi esencia no vuelva a estar en su lugar, en la tierra
que me vio nacer, crecer y marchar.
Todavía veo aquel camino que me alejaba de mi hogar, y como poco a poco me
acercaba a el árbol sagrado, aquel roble centenario que nos enseñaron a amar y
respetar, donde los ancianos del lugar se reunían para decidir los asuntos del lugar,
siempre en luchas por salvaguardar su sabiduría antigua y particular.
Recuerdo sentarme sobre sus raíces y abrazarme a su inmenso tronco para impregnarme
de su fuerza, de su energía y así poder llevarme en mi corazón cada imagen de aquel
valle hermoso que tanto llevo en mi corazón.
Eso es lo que intento inculcar a mis hijos, ese amor por la tierra, por su esencia que llevan
en su sangre y que jamás deberán de olvidar, se que algunos seguirán caminando hacia
otros lugares y que seguramente poco a poco se perderá la esencia que en nuestra alma
esta y que al final ya nadie recordará ni su origen,ni ese amor por el linaje noble que en
esta tierra empezamos ganando y llevando en nuestro interior.

Ilesin 28/8/13