MIERCOLES DE RELATO / RENACIENDO DE LA CENIZAS

RENACIENDO DE LAS CENIZAS

Durante nuestra travesía por la vida nunca
llegamos averiguar que nos puede deparar
el destino y tal vez por ello en nuestra
inconsciencia no concebimos que aquello
que tenemos un día se pueda desvanecer
ante nuestro ojos sin más.
Hay lugares en los que los habitantes 
estamos más que acostumbrados a los 
temblores de tierra y sabemos que cuando 
estos son más intensos es posible que el 
mar también se una a esta festividad 
dejando su mano en zonas de cierta fragilidad.
Sin embargo aquel día nada hacia presagiar
que tras la mañana azulada, sin nubes y con
un sol radiante, la tierra fuera a temblar de
manera insistente y muy potente, de manera
que muchas casas no pudieron resistir el
ímpetu de la sacudida, pero eso era muy
previsible ya que no todos podían tener casas
que fueran dignas de soportar los temblores,
pero aquel día la madre naturaleza estaba
empecinada en demostrar su desmesurada
fuerza y todo se transformo en desolación,
Nadie había visto generar tanto dolor en un
simple instante en el cual y al unisono, se
sintió el primer temblor en la parte sur de la 
isla, mientras que en la zona norte una fuerte
explosión nos indico a todos que el callado
volcán se había despertado con gran violencia,
lo cual empezó a preocuparnos a todos, ya
que las consecuencias podían ser nefastas 
para toda la isla.
Y así fue....Durante las primeras horas de 
la tarde se pudo comprobar que las constantes 
sacudidas del volcán, generaban seísmos 
cada vez más intensos y el miedo fue creciendo, 
ante la amenaza cada vez más cercana que 
todo terminara con la llegada de la inmensa 
ola que terminaría de sepultar nuestras esperanzas.
Los que podían defenderse por si mismos, iniciaron
el camino hacia las cercanas cumbres, donde,
esperaban que nada les llegara, excepto las cenizas
del volcán que muchas veces impedían el poder
respirar con cierta tranquilidad.
Los demás, recogimos las pocas cosas que pudimos
y nos fuimos alejando de nuestras casas, sin embargo,
el miedo a que ocurriría después y como lograríamos
sobrevivir, iba calando fuertemente en nuestro interior,
aunque nadie hablaba de ello.
Después de una larga caminata y desde una cierta 
altura,pudimos ver como la gigantesca ola iba 
viajando sin detenerse y en pocos segundos lo que 
habían sido poblaciones y aldeas, quedaban arrasadas 
por completo,y con ellas y por desgracia todos los 
que no pudieron salir del lugar, por motivos varios, 
que ahora prefiero no volver a revivir.
Las lagrimas rodaban solas por las mejillas, mientras
y en un rezo conjunto, se pedía por las almas de quienes
habían fallecido y por todos nosotros, para que 
pudiéramos encontrar un nuevo hogar, lejos de aquella 
desolación.
Pasado un tiempo cada uno de nosotros continuo la senda
que sabíamos nos conducirían a las cavernas que allí, 
habían a la espera de encontrar refugio, comida y 
protección, por mucho tiempo.
Pasados unos días y cuando todo había vuelto a la calma,
algunos decidimos bajar hasta lo que había sido nuestro
hogar, más por un acto de supervivencia, con el fin de
recoger enseres que nos permitan seguir sobreviviendo.
Pero por mucho que nos imaginábamos el cuadro 
esperpentico que íbamos a observar, la realidad fue 
mucho más dura de sobrellevar, y en ese instante 
pudimos sentir el frío velo de la muerte circular, 
el desgarrador crujido del corazón, al ver que aquello 
que hasta hace muy poco era tu hogar, ahora era
un lugar inhóspito y arrasado donde nada quedaba, 
solo barro y soledad. 
La sensación de impotencia era tan grande que 
sentada sobre las ruinas de mi hogar, me sentí desnuda 
de todo y sin embargo sentí que algo crecía en mi interior, 
una fuerza renovada que me decía que nada se podía 
dejar al azar, que allí ya nada se podía volver a crear, 
que había que renacer de las cenizas del ayer y encontrar 
un lugar donde iniciar de nuevos los cimientos de una
nueva vida y realidad, donde nunca más pudiéramos 
sentir el fuerte abrazo de la soledad, de la muerte 
y la desolación.

Ilesin 26/11/14