PIRÁMIDES DE LUZ
En el atardecer dorado, la luz tenue del sol se refleja sobre las aguas del Nilo,
formando una danza hermosa entre las sombras que muestran los papiros,
que se mecen al son de la corriente y que hace que las labores junto a el río,
tengan una magia especial, donde el dios de la aguas parece mostrarnos sus
mejores vestidos para deleite de todos los que estamos en ese lugar.
Mi pequeño poblado esta cerca del río y casi todos somos pescadores y
artesanos, pero aunque la pobreza esta afincada entre nuestras familias, nadie
se queja, todo es armonía y felicidad.
Yo soy Kytzia la pequeña de los cuatro hermanos que somos y me gusta
acompañar a mis hermanos cuando van cerca del río o en la barca a pescar.
Mi hermana Nubia dice que soy como un Ibis revolucionado ante los primeros
rayos del sol, que desperezándose de entre las ramas de su nido, emprende
el vuelo majestuoso hacia un nuevo amanecer.
Y es que cuando estoy cerca del agua mi fantasía se desborda, mientras ayudo
a recoger tallos tiernos de papiros,para después realizar trabajos con ellos.
Me imagino siendo una sierva del dios del agua, que entre piedras y flores,
se desliza sutil por sus aguas, entregando sus frutos a quienes trabajan allí,
entregando a veces su vida, cuando sin avisar el río aumenta su cabal, llevándose
río abajo todo aquello que tanto trabajo costo de construir.
Cuando son mis hermanos los que me invitan a pasar el día en la barca y
pescando, todavía soy más feliz ya que desde allí puedo divisar el amplio delta
y el sublime mar de arena donde se empiezan alzar otras pirámides esbeltas
hacia el cielo pidiendo clemencia y luz al dios Ra.
Mis hermanos Issey y Khaled dicen que mi presencia es propicia para tener
buena pesca, que mis risas y cantos al dios de las aguas le gustan y por ello
nuestra embarcación se llena de buena pesca, con la que después podemos
comer y vender para adquirir otras mercancías.
Pero a pesar de las dificultades que a veces podemos pasar, cuando llega
la temporada de lluvias y el río baja fuerte poderoso y no podemos salir,
ni a pescar, ni a recoger tallos con los que poder crear nuevas cosas, todos
buscamos otras maneras de sobrevivir y a mi hermano Issey le han dado la
oportunidad de trabajar en las pirámides que yo desde la barca solía ver
como crecían en su día, con el esfuerzo de gente extranjera que han llegado
del otro lado del mar.
En mi interior no me hace mucha gracia que vaya allí a trabajar, ya que a
nuestros oídos han llegado que los trabajadores no son muy bien tratados,
pero como dice Issey se necesita el dinero para podernos alimentar, y
más ahora que en el río no se puede trabajar.
Issey sabe de mi pensar y entre bromas me dice que luego cuando llegue
me podrá contar como son en realidad y que seguramente eso alimentara
todavía más mi imaginación, para luego contar esas historias que a veces
suelo inventar y que hacen que las noches frías se hagan más cortas junto
al fuego y la penas se disipen por un tiempo, soñando quizás en esas cosas
que salen de mi mente de jovencita sin control.
Esa noche mientras veía los últimos preparativos, le pregunte a Khaled por
que él no había ido también allí a trabajar y el con su voz fuerte y poderosa
me contesto que había sido una dura decisión y tras una larga discusión así
se quedó, que alguien debía de protegernos a las dos mujeres de la familia,
que juntos somos fuertes, que debíamos de tener esperanza en Issey que
muy pronto todo volvería a ser como siempre.
Sin embargo yo me fui hacia donde estaba Issey y le abrace todo lo fuerte
que pude, quería llenarme de su presencia, de su luz, de su forma de ser,
de ese amor que siempre nos hemos tenido.
Khaled se ha ido con él para observar en que va a trabajar y también para
que Issey se sintiera arropado, ya que no sabemos cuanto tiempo va a tener
que pasar antes no pueda lograr regresar.
El tiempo va pasando y mi alegría no es la de antes, echo de menos a mi
hermano y cada mañana voy cerca del río para lanzar mi plegaria por el
les pido a los dioses que sean benévolos con él que nos lo traigan pronto
a nuestro hogar y todo vuelva a su normalidad.
Por fin un día cuando Khaled regresa de su pesca en el río nos trae la alegría
de ver a Issey de nuevo en casa, más delgado y tostado por el sol, pero
con la luz de su alma intacta, mi emoción es tan grande que me lanzo a sus
brazos entre lagrimas de alegría.
Nubia al cabo de un rato nos hizo entrar, todos juntos otra vez celebramos
su regreso al hogar, donde esa noche escuchamos de su boca todas las
historias de aquel misterioso lugar.
Como la época de mejor navegación había empezado mis hermanos trabajaban
de sol a sol en él, y como siempre que podía allí estaba yo ayudandoles en su
trabajo, y escuchando todo lo que Issey me contaba cuando pasábamos cerca
de las pirámides que le vieron trabajar. Un día mientras volvíamos a casa casi
con la puesta del sol sobre el ocaso, vimos una hermosa vista sobre el lugar,
las pirámides parecían refulgir con una luz especial, era como si un rayo de luz
las penetrara hasta sus entrañas y desde allí iluminaran todo lo que había a su
alrededor. Issey me contó que esa misma visión alguna vez la había tenido estando
el allí, pero aquel día fue especial, tal vez por que aquel ocaso adquirió colores
ocres, rosados y con pinceladas anaranjadas que les daban un aspecto inusual.
Pero la felicidad duró el tiempo que duraba la temporada estival y tras una cierta
calma interna que me dio felicidad, Issey volvió al valle donde las pirámides seguían
en su incesante crecimiento y sin entender muy bien por que se erigían semejantes
templos lejos de la ciudad.
Una vez más la despedida fue dura y triste, pero todos sabíamos que era necesario
para nuestra vida familiar.
Solo que esta vez Issey ya no volvería jamás, cuando se termino la creación de la
pirámide, es cuando surgió la terrible decisión, todos los que habían participado
en la creación de sus laberintos interiores, debían de ser encerrados en vida en
su interior, para asegurase que nadie pudiera acceder a las cámaras sagradas, y
así decían los faraones podían descansar en paz sabiendo que su camino hacia
la eternidad no iba ser en soledad, sino que estarían acompañados por aquellos
que con su sudor les ayudaron a forjar ese último templo de su poder superior.
Cuando supimos lo que había ocurrido fue como si una inmensa losa cayera en mi
corazón, ya no pude volver a cantar y cuando alguna vez veía desde la barca, las
pirámides relucir, odiaba todo lo que allí había, solo miraba hacia el cielo y pedía
que el espíritu de mi amado hermano hubiera encontrado su luz, su paz.
Era entonces cuando me parecía ver brillar la pirámide donde el estaba enterrado,
y solo entonces mi corazón sentía un rayo de amor cósmico y eterno que me seguía
manteniendo en vida y tras lo cual me parecía ver la presencia del Dios Horus, que
apiandose de mi dolor sobrevolaba la barca para entregarme fuerza y valor.
Ilesin 11/9/13