EL VUELO DE LA MARIPOSA
Dicen que las personas somos como frágiles mariposas,
que iniciamos nuestra transformación durante el sendero
de la vida, que iniciamos como una pequeña oruga que
reptando van luchando contra los obstáculos, para ir
aprendiendo que para llegar a ser un ser alado primero,
tiene que ir cambiando su interior, realizando una metamorfosis
en su estructura interna, que le permita en un momento
determinado encerrarse en su caparazón y allí esperar una
muerte simbólica, un cambio de ciclo, donde al final se
realiza esa oclusión de luz que le permite romper su capullo
y salir libremente a la vida como un ser alado, lleno de
esperanza y belleza, aunque su vida se torne efímera, pero
eso no importa han sido tantos los muros que ha tenido
que escalar que el pasado poco importa, ahora queda el
presente, donde muchos no han llegado y en el camino
olvidaron quienes eran en realidad.
Eso soy yo una frágil persona que constantemente busca
transformarse y adquirir esa libertad, esa belleza del alma
que le de la seguridad que su camino es el que debe recorrer,
mientras los elementos la vapulean constantemente, pasando
mil veces por ese fuego purificador, por ese viento huracanado
que hace temblar los cimientos de las creencias adquiridas con
el tiempo y que de nada sirven, cuando el agua de los sentimientos
desborda el corazón de nuevas miradas, de nuevas sensaciones,
donde queremos sentirnos arraigados como un árbol en la firme
tierra que nos protege como una madre amorosa.
Sin embargo muchas veces todo se torna en contra y somos
arrancados de nuestro lecho y nuestras raíces son elevadas del
piso sin saber donde volver a nutrirse, mientras un vendaval
emocional la arrastra, río abajo donde es golpeada por miles
de rocas, que golpean el alma y hacen que las heridas quemen
como miles de caminos de lava candente que cruza cada trozo
de piel, donde nada calma esa sensación de soledad, de vacío
interior.
Yo soy esa persona que anclada en la cima, necesita ver con
claridad donde esta la luz de la verdad, aquella que viene
del brazo de una alma bella y luminosa que nos llena de amor,
de esperanza, de nostalgia de un calor salido del corazón.
Hay días en que desde mi alta atalaya miro el amanecer,
e intento llenarme con la energía de ese bello sol, que tras
caer cada noche, tiene las fuerzas y esperanzas, para renacer
día tras día, aunque a veces las nubes traten de ocultarlo tras
el velo de la indiferencia, el sigue estando presente, entregando
luz, vida a su alrededor.
Tal vez por ello, yo nombré a mi muso inspirador el nuevo sol
de mi vida, que con su presencia entregaba ilusión, alegría y
vida.
Ahora mientras se que él, es esa parte oculta de mí y que el
destino una vez más trata de alejarme de su camino, por que
esta oruga no visualizó la luz de su faro que intentaba enseñarle
donde estaba el camino hacia la felicidad, me encierro en mi
caparazón esperando una nueva transformación, donde sentir
que por fin mi alama un día puede volver en libertad hacia la
luz del amor incondicional.
Ilesin 16/7/14